Ayer, tomaba un refrigerio en mi café favorito, cuando la vi: cabellos azabache, ojos de esmeralda y piel de marfil.
El papel me sonrió al mismo tiempo que ella y me sentí bloqueado de tal manera divina y prodigiosa que sólo pude escribir con inaudita seguridad:
Ella
va a destruirme
y a salvarme
de mí mismo.
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